Khao Sok y su magia
Divagar sin rumbo fijo ni destinos preestablecidos debería ser una ley de vida al menos una vez en nuestra existencia. Hacerlo mientras mochileas por un continente extraño y lejano te permite vivir experiencias sin igual.
Sí nos hubiesen preguntado cual era la ruta de nuestro Eurotrip del 2009, nuestro primer viaje juntos a otras fronteras, seguramente habríamos respondido con detalle fechas, lugares, medios de transporte, horarios y demás todo la planificación que hicimos para ese viaje. Hoy por hoy, es la ruta en sí y las experiencias que vivimos vivimos en ella, quienes marcan el paso y camino a seguir.
Fue así, como estando en un pequeño pueblo de montaña en Malasia, un Estadounidense que vivía en España nos dijo «Si les gusta la naturaleza y van a Tailandia, no deben dejar de visitar Khao Sok»… Y fieles a nuestro instinto, una vez que cruzamos a Tailandia, uno de nuestros primeros destinos fue Khao Sok.
Lo que comparto en las próximas líneas es una introducción a nuestra corta pero agradable experiencia en nuestro campamento base en este mágico lugar.
Khao Sok es un Parque Nacional ubicado en el Sur de Tailandia, conocido principalmente por el inmenso lago Cheow Larn (del cual les hablaré en el próximo post), sus verdes abundantes y lagunas tan extensas que se asemejan al mar. Montañas de roca caliza colmadas de vegetación son bordeadas en ocasiones por caudalosos y helados ríos, y en otros casos por un verde de aguas tibias.
Nuestra aventura en Khao Sok nos comprobó lo que ya sabíamos, que nuestro ambiente ideal es la naturaleza. Desde que llegamos al lugar donde nos quedaríamos nos esperaban monos que se balanceaban sin cesar alrededor de la cabaña y de fondo se escuchaba la potencia del río que bordeaba el campamento.
Al rededor de Khao Sok son muchas las opciones de alojamiento, algunas más costosas que otras, pero después de varios días de dormir en unos cuantos cuchitriles de mala muerte, decidimos darnos un respiro en un complejo de cabañas llamado Our Jungle House, un complejo gerenciado por una pareja Americano-Tailandesa… Sinceramente no creo que hayamos podido escoger un mejor lugar. Un complejo con cabañas en jardines casi privados, casas del árbol con vista al río y un contacto directo con la naturaleza.
Nuestra humilde morada para la primera noche fue un bungalow cerca del río, apropiadamente llamado «Nature». Costó cerca de 30$ por una noche, la estadía más costosa que habíamos pagado hasta el momento en el viaje (casi el triple de lo que podríamos pagar por un hostal mochilero) pero que bien valió la pena luego.
Como era temporada alta en esa zona del país, la mayoría de los complejos estaban llenos por los próximos días. Nosotros queríamos pasar al menos dos días en el parque para tener una mejor experiencia en esta reserva natural, por lo que uno de los guías nativos del lugar, nos propuso montar una carpa a orillas del río por la mitad del precio. Con la noche vinieron fuertes lluvias y una tormenta que casi destroza una de las casas del lugar, dejó al pueblo sin electricidad y llenó por completo las laderas del río donde pensábamos acampar. Para nuestra sorpresa, la mala noticia vino acompañada de una mucho mejor. Bhodi, el encargado del lugar, decidió ofrecernos sin costo alguno el ático de la recepción, para que podamos seguir disfrutando por dos noches más de este apacible paraíso natural tailandés. En la siguientes fotos pueden ver el pequeño pero agradable ático (sí, como esos de las películas y que en nuestra tierra jamás vimos). Como diría Jorbe, «Creemos en la humanidad porque hemos visto su lado amable»
El simple hecho de poder disfrutar de esa vista, de sentir la humildad y gentileza de los Thai, el contacto directo con la naturaleza, nos dio a ver una vez más que habíamos tomado la decisión correcta al emprender este viaje.