Cascadas de Erawan
Ya he dicho antes que Tailandia es uno de esos lugares que sin saberlo, nos atraparía desde el día uno que cruzamos su frontera.
Ya nos perdimos entre los sabores y mercados de Krabi, seguimos la ruta de Di Caprio en La Playa, nos dejamos deslumbrar por las maravillas del Parque Natural Khao Sok, nos relajamos con vista al mar en la Isla de Koh Pongan, caminamos como locos entre el caos de Bangkok y nos bañamos junto a elefantes en su refugio natural de Kanchanaburi.
Ahora es momento de hablarles de nuestra visita al parque nacional Erawan, famoso por ser bordeado por el río Kwai (de seguro todos han escuchado la canción del film) y por poseer una belleza escondida como las Cascadas de Erawan.
Llegamos al parque sin mucho pensarlo, sólo con haber visto unas fotos en una valla en la ciudad que no le hacen justicia a su belleza. Tuvimos la suerte de que el parque tiene un complejo para acampar, así que decidimos quedarnos una noche para visitar las Cascadas en dos días. Nos alquilaron una carpa suficientemente grande (y económica) para dormir cómodos, junto a dos colchonetas y un par de sábanas. Escogimos acampar con vista al río, guardamos nuestras cosas y empezamos a recorrer el parque.
Siete son las Cascadas que dejan colar sus azules aguas entre el verde bosque del Parque, todas con un azul especial que nunca antes habíamos visto en ríos o playas, algunas de ellas con peces de distintos tamaños. Caminamos toda la ruta -por partes fácil, por otras no tanto-y disfrutamos de un buen baño en cada cascada y pozo que visitamos para aliviar el calor.
Al caer la tarde volvimos al campamento para cerrar el día con un baño en el río Kwai, energizante para decir lo menos, y hacer un poco de Yoga aprovechando el correr de la brisa 🙂