Estábamos en Cameron Highlands (Malasia) con esa vista plena de quien está frente a montañas verdecitas, el siguiente paso era cruzar a Tailandia. De acuerdo a lo que habíamos buscado en al web, lo ideal era llegar en bus hasta Ipoh y de allí tomar el tren hasta Hat Yai – Tailandia. Todo iba perfecto, el camino sin mucho problema, la ruta sin tanto calor, llegamos a las 5:00 PM a Ipoh y nos fuimos derechito a la estación de trenes. El tren Ipoh – Hat Yai parte a la 1:00 am y ya anteriormente nos habían comentado que no era necesario comprar el ticket con antelación. Al llegar a la taquilla de venta de boletos, sólo queda un puesto en primera clase y un puesto en turista, mientras discutíamos y nos decidíamos que hacer pasó menos de un minuto y nos quedamos sin boleto, compramos para la siguiente noche y salimos a buscar donde quedarnos.
Salimos a la calle con la puesta del sol y notamos las calles sorprendentemente vacías ¿acaso no estamos en el continente asiático, aquel que tiene el 60% de la población mundial? Minutos después recordamos que era el día del inicio de la mayor fiesta Musulmana, el Ramandán. Caminábamos y todo estaba cerrado, los únicos negocios abiertos eran los de los hindúes. Durante el Ramadán, al caer el sol todos rompen el ayuno y se hace una comida en comunidad, o al menos es lo que hemos visto en España.
Una señora nos sugirió un hotel para dormir, ya que dormir en la estación resultaría muy incómodo y queríamos aprovechar para descargar fotos, era el único hotel decente cercano al que podíamos llegar caminando con nuestros bolsos de 10 kg pero era muy costoso para nuestro estándar. Nos indicaron otra calle donde estaban los de «mala muerte» y la verdad fue toda una experiencia, subimos unas escaleras chiquitas y empinadas, negociamos el costo y entramos a una habitación llena de afiches pornográficos y baños mal estructurados, yo que soy niña decidí soportar el periplo todo sea por ahorrar dinero y por una sola noche de estadía. Tempranito en la mañana, recogimos nuestros macundales y nos fuimos derechito a un lugar de confort occidental, esos en los que hay aire acondicionado, hamburguesas que envenenan a la gente y lo más importante WIFI gratuito, pasamos el día en un MacDonalds esperando la hora de salida del tren.
A la 1:11 AM salimos de Ipoh con destino a Hat Yai, viajamos toda la noche y en un pedazo atravesamos la selva hasta llegar a la estación fronteriza en donde te toca pasar por migración y sellar el pasaporte, en este punto tienes que bajar todo tu equipaje y lo pasas por unas cintas de seguridad, sellas tu pasaporte y listo ¡Bienvenido al Reino de Tailandia!. Allí te montas en otro tren hasta que finalmente llegas a Hat Yai, es la ciudad más grande del sur de Tailandia, famosa por haber sido foco de atentados pero la verdad nada de que preocuparse.

Krabi – Tailandia
El bus se detuvo en una esquina en algún lugar en Krabi y el conductor nos mando a bajar, fuimos los únicos que bajamos, acalorados agarramos nuestros bolsos, buscando como movernos antes que cayera la noche, nos explicaron que tomáramos un tuktuk y le dijéramos a donde queríamos ir.
Le nombramos la calle donde queríamos quedarnos y un amable chico nos indico hacia donde tomar el tuktuk y donde bajarnos. Nuevamente se detuvo y nos dijeron ‘baje aquí’, era una avenida llena de carros, con una marina cerca y llena de pequeños puestos de comida. ‘Preguntando se llega a Roma’ y así fue que nos ubicamos en la calle que queríamos llegar. Habíamos leído de un hostal bastante recomendado, pero al llegar era un hostal para gente con plata, todas las noches organizaban fiestas, torneos de pool, noche de cines, etc, eso se escapaba demasiado de nuestro presupuesto y seguimos caminando hasta que una Tailandesa nos llamo, nos hizo una reverencia y nos enseñó su hotel, donde decidimos quedarnos por un mucho mejor precio que todos los hostales y como plus en una habitación privada que después agradeceríamos.

Nuestro primer tuk-tuk
En general en el SudesteAsiatico no hay manera de negarse al picante, primero porque todas las comidas lo tiene, segundo porque estos platos picantes son divinos, pero la verdad nuestro estomago no estaba preparado para tanto spicy tan seguido. Y es que a pesar que digas ‘No too spicy’ o ‘no spicy’ siempre se siente algo de picante.
Tenia tres platos en mente apenas pisara Tailandia, la ensalada de papaya verde porque sabia que estaba hecha de lechoza verde y yo solo la conocía preparada como dulce, la Sopa de coco thai cuya base es leche de coco, y el Pad Thai que es básicamente fideo con huevo, pollo, merey sofrito, ninguna me defraudo, y las dos primeras quedaron en el top 5 de los mejores platos del viaje, pero la comida como siempre merece un post aparte.
La mezcla de sabores Thai, alimonado, salado, ácido, dulce y picante es a mi criterio, perfectamente deliciosa pero nuestro estomago se sintió ofendido de tanto picante y nos paso factura, casi dos días encerrados en el hotel con malestar estomacal. Nos dijeron que absolutamente a todos los occidentales les pasa eso de este lado del mundo. Solucionada la limpieza estomacal, salimos a conocer Krabi.

Ensalada de papaya verde
Kho kun kaaaaaaaaaaaaaa…. dicen todos algo así como muchas gracias. Los Tailandeses tiene un idioma tonal; es decir tienen 5 tipos de tono al hablar, esto quiere decir que una palabra puede tener significados diferentes dependendiendo del tono en que se diga. Nosotros, lo primero que aprendimos a decir fue gracias: kho kun ka si es mujer y kho kun krap si es un hombre.
Todo el mundo dice que Tailandia es una tierra especial, más allá de su exotismo, su cultura, su religión, su belleza natural, Tailandia tiene una energía mágica. Una energía que se siente, se siente limpia, se siente amable, se siente respetuosa. Uno que viene de latinoamerica, se siente honrado que alguien te agradezca nada mas por entrar a su tienda a ver, y te haga una reverencia para despedirse de ti. Esa fue la cara que nos mostró Tailandia.

En el templo de la cueva del tigre

Atardecer en Krabi
En las afueras de la ciudad está el Templo de la Cueva del Tigre , queríamos ver el atardecer desde allí, pero no contamos que hay que respirar calmadamente y tomar mucha agua para enfrentarse a los más de 1200 escalones que nos separaban de nuestro atardecer. En todo el camino encuentras monos como estos.

Madre&hijo


500 escalones y ahora es que falta…

1237 escalones
Llegamos y como reza el dicho ‘a donde fueres haz lo que vieres’, nos quitamos los zapatos y nos inclinamos junto a todos los demás que allí estaban. La mayoria eran adolescentes aprendices de monjes. El templo es abierto, tiene una vista de 360 grados en la que puedes ver paisajes asi:

Selfie al atardecer 🙂
En nuestros ultimos dias en Krabi nos dedicamos a caminar y caminar y visitar sus mercados, en todas estas ciudades hay mercaditos llenos de souvenir y comida por doquier, y siempre kareoke, alguien sabra por que la fijacion de este lado del mundo con los kareokes en medio de la calle?.


Street art

Venta de cocos en el mercado
A pesar de los inconvenientes para llegar a este país, estuvo de maravilla la bienvenida a Tailandia 🙂
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Después de leerlos uno se queda con ganas de probar sabores nuevos y salir a mochilear!… Además de un dolor psicológico en las batatas con tantas escaleras!… Sin duda valió la pena, una visa impresionate! Excelente post, excelentes fotos!…
Pues no te quedes con las ganas y sal 🙂